jueves, 24 de diciembre de 2009

CRÓNICAS PARISINAS IV: 07/12/09


Voy escribiendo con un día de retraso. Es decir, hoy estamos a ocho pero todavía no he explicado nada de cómo fue el día de ayer.


Ayer ya empecé a notar los efectos del estrés provocado por la cuenta atrás. Afortunadamente esto no ocurrió al principio del día. Mejor voy por orden.

Hoy tocaba Louvre. Parecía el día perfecto: es lunes, habrá menos turistas, mañana estará cerrado. Bueno, no es que fuera el día perfecto; es que ya era el único que había.

No me considero un apasionado de los museos ni del arte, pero a veces encuentro cosas que me deslumbran. Y eso fue lo que me ocurrió en el Louvre.

Impresionante Magnífico. Colosal. Nunca había visto tanta belleza artística junta. Hace falta ser de piedra para que esto no te impresione. Primero de todo, cogí un mapa y pregunté por lo más esencial. Después me di cuenta de que fue una buena idea, no tanto para no perderse la Mona Lisa o la Venus de Milo, sino porque el recorrido de una a otra pieza destacable te permite tener una visión general del museo. Además, necesitaba autodirigirme un poco ya que la entrada fue realmente impactante. El impacto por tanta grandeza era tal que me costó recuperarme.

Tres horas de arte mesopotámico, griego, medieval, neoclásico, apartamentos de Napoleón III. Suficiente. Salí del museo poco antes de que lo cerraran y me encaminé al Centro de Arte Moderno Pompidu. Y cuando llegué, sorpresa: me lo encontré cerrado.

Huelga. Ya vi una manifestación en el Louvre. No fuera, dentro del Louvre. Me sorprendió tanto que decidí grabarla en vídeo. De todas formas, es curioso pensar como la arquitectura del museo, que separa un amplísimo vestíbulo de entrada con dos plantas y escaleras mecánicas de las obras de arte, hacía que el barullo de la manifestación no se entremezclara con lo que hay dentro. Pero me he desviado: estábamos en que llegué al Pompidu y me lo encontré cerrado, lleno de carteles reivindicativos pegados a los cristales de las entradas.

Después de mi intento frustrado de ver arte contemporáneo, una cerveza en “Le Marais”, paseo por el Sena bajo la lluvia y casa. Mañana será otro día.

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