domingo, 13 de septiembre de 2009

¿ME HAN METIDO GARRAFÓN?

Domingo al mediodía, recién levantado. Sólo tres horas mal dormidas. Me despierto con una molestia en el estómago que, menos mal, un té y unas galletas lo alivian bastante. Así que solo es eso. Ni gastroenteritis ni ollas varias.

Yo no sé si esto es porque el segundo gin tonic que me bebí ayer era garrafón, porque el primero me sentó estupendamente. Después la noche siguió, y seguí tirando de oca a oca. O también puede ser que una cierta sensación de asco me haya cogido al estómago. Sensación de asco que me produjo el último lugar en el que estuve, de las 5 a las 8 de la mañana. Lugar que, por otro lado, era adictivo y tenía su interés. Su gran interés. Pero al final no me quedé totalmente satisfecho, y según pasaba el tiempo las posibilidades de encontrar a alguien que pudiera quitarme este picor del todo iba disminuyendo. Los cuerpos no rinden igual.

Quizá este lugar era un poco como el garrafón, que no se ve porque está disuelto y escondido por los componentes del refresco, pero luego lo notas. Te lo tomas porque te apetece, pero después te das cuenta de que quizá no ha valido la pena.


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