martes, 15 de septiembre de 2009

LISBOA


Me sale Amália Rodrigues en mi i-pod y evoco. Evoco aquellos edificios que forman interminables hileras, pegados, gastados por el tiempo pero manteniendo su elegancia y buen gusto. A pesar de su vejez, resisten el paso del tiempo, impertérritos, humildes pero orgullosos. Evoco aquel tranvía de color amarillo pálido que sube y baja, y sube y baja. Evoco aquellas calles empinadas con olor a viejo
pero respetables. Evoco aquellos miradores: algunos muestran orgullosos
la ciudad, otros asoman al Atlántico con gran descaro. También evoco las calzadas, algunas decoradas y otras desgastadas. Por último, evoco la educación, la elegancia, las formas, el respeto de sus gentes. Su humildad y su grandeza.

Tan cerca, tan grande y sin embargo tan desconocida. Qué ignorantes somos.













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